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jueves, 28 de marzo de 2019

6/12 Ecuador

Asusta un poco que ya se haya pasado la mitad del voluntariado, la verdad. Los meses restantes vienen cargados de nuevos atractivos: el buen tiempo, visitas de amigos, festivales de música, un intercambio en Marsella, viajes de ocio y la posibilidad de hacer un proyecto en Debdo, Marruecos.



Lo vivido hasta ahora se me antoja como una base necesaria para afrontar el ritmo frenético que va a acompañar el resto del voluntariado.


Empezamos el mes con un concierto de Trucking Sisters en Le Balkanic. Un grupo de New Orleans swing y blues con una puesta en escena entrañable y  sorprendente (uno de los músicos baila claqué en una canción).

Voy a continuar relatando el resto de eventos musicales aunque, como podéis ver en el calendario, han tenido lugar en semanas diferentes.

El día 7, también en Le Balkanic 💓, Jordan tocó con PAK Orkestar y nos hicieron bailar alargando por mucho la duración habitual de los conciertos. El ambiente que lograron me recordó a un día de charanga en el pueblo de mi madre, salvando las diferencias. Sentí el poder de la música para ayudar a cualquiera a evadirse de su día a día y disfrutar del instante presente a base de ritmos alegres y despreocupados. Me resultó imposible no contagiarme del entusiasmo que ponían en cada nota y como jugaban haciéndose guiños constantes entre ellos.

Al día siguiente, más baile. Esta vez, música electrónica: un grupo invitado de serbia: Karpov not Kasparov y un grupo francés: Drame. Todo el mundo bailaba como si no hubiese nadie que pudiese verle. Yo sentí como el ritmo me recorría por dentro. Estuvo muy divertido.

Una semana después, como apertura de Les Ìlots Electroniques, hubo un evento gratuito en Le Prieuré Saint-Cosme. Lo más destacable para mí fue el lugar. Una iglesia reconstruida con una iluminación ambiental muy bien diseñada. El dj ocupaba el altar que en otro momento usó un cura durante los oficios.


Y todavía, un último concierto. De nuevo Jordan tocó con otra agrupación. Está vez en la calle. Creo que el vídeo habla por sí solo y resume, además, el recuerdo que quiero guardar cuando en el futuro piense en Tours.


¡Buah! Si no mejoro mínimamente mi "discapacidad rítmica" (¿arritmia?) este año... no hay esperanza alguna. Nunca había ido a tantos conciertos en mi vida. Salgo a una media de dos semanales.


¿Qué más?


El primer fin de semana Zohra, vino a casa para cocinar algo típico de Algeria y comer con otros voluntarios. Como no me va a leer puedo compartir con total libertad que el estofado no nos quedó muy logrado: se nos quemó un poco y tenía demasiada sal para mi gusto. Por el contrario, el pan fue todo un descubrimiento. A ver si para otra entrada os hago una receta con fotos paso a paso. Otro amigo suyo, un chico de Senegal, a cargo del postre, nos hizo unos cuantos kilos de una especie de macedonia de frutas con yogur. Estaba rico y tuve para desayunar toda la semana siguiente.



Ese domingo me fui a visitar el Château d'Azay le Rideau. Hay muchos y quiero ir completando la lista poco a poco. Creo que todos son gratis hasta los 26 años, pero yo ya tengo que jugar con los primeros domingos de cada mes si me quiero ahorrar unos eurillos.



A la vuelta me paré en el polideportivo de al lado de casa para ver en qué consiste el bike polo. Parte de la idea de cambiar los caballos por bicis. Si me decido a ir un miércoles para probar, ya le dedicaré más tiempo en otra entrada.



Del trabajo con la asociación destacaría:
- El taller de juegos de madera en Amboise, donde construimos "un passe trappe".




- La obra en casa del señor Nekmouche. Es una obra mucho más importante que las obras habituales de la asociación. Partiendo de una casa prácticamente en ruinas, bajo la coordinación de Sebastian, tenemos que lograr una vivienda digna para una familia con cuatro hijos. Yo he podido hacer los planos de acuerdo a la normativa vigente y me ha hecho hasta ilusión volver a conversar con el AutoCAD.



La casa está cerca de Orléans y aproveché para quedar en casa de Phoebe y pasar unos días con otros voluntarios ingleses que trabajan en la Cruz Roja. Juntos hacen que cada conversación devenga en algo más o menos transcendental y me gusta su compañía.



Por último, los voluntarios de Elbeuf (cerca de Rouen) que conocimos en el seminario de inicio y la loca de Diana (Ruta Siete) llegaron el viernes por la noche a casa. Hicimos una visita apresurada de Tours de noche y al día siguiente embarcamos en un Flixbus hacia Burdeos. Allí nos esperaba Pénèlope (Erasmus en Bratislava) para acogernos con los brazos abiertos en su casita en un barrio encantador. Era como estar en un pueblo en pleno centro de Burdeos. Lo tiene muy bien montado. Sigue como la recordaba.



La Gran Duna de Pilat. La más alta de Europa.


Recuperar conexiones de aventuras pasadas es uno de los aspectos positivos que podemos concederle al paso del tiempo. Es como si la red que vamos tejiendo cada año, cada vez se volviese más tupida hasta que en un momento dado se hace transitable permitiendo conectar los puntos.


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