Follow Us

lunes, 21 de mayo de 2018

Mayo en Kaposvár

3:35 0 Comments

Hola a todos de nuevo:

Sé que ha pasado bastante tiempo desde la última vez que os escribí. Y posiblemente pase también bastante hasta la próxima vez que vuelva a hacerlo. El proyecto con Compass terminará dentro de mes y medio, y ya he comenzado con el protocolo de desmovilización: preparar viaje de vuelta, despedirme de personas que no veré más en estas últimas semanas (el resto de mi vida, esa ya es otra historia), ir abriendo camino a las nuevas etapas de la vida tras el EVS,…

Esto ya va teniendo sabor a desenlace, a tranquilo epílogo (cuando el torbellino de la rutina lo permite) y fin de etapa. Aunque no cierro la puerta a alguna sorpresa más en algún recodo del camino antes de llegar al final.

En cualquier caso, el miércoles se nos fue Étienne. El sábado, Derya y Murat. Y aunque parece ser que mañana llegarán tres nuevos turcos para quedarse durante un mes (ya nos estábamos preguntando cuándo se manifestaría esa famosa tercera oleada), el grupo se nos va vaciando poco a poco.
Preparando la cena de despedida a Étienne

Despidiéndonos de Derya y Murat

Creo que tanta despedida me ha dejado bastante pensativo.

Pero volviendo a cosas más mundanas, me he pasado el comienzo de mayo con mis padres, como muchos de vosotros ya sabréis. Estuvimos unos cuantos días en Budapest, y después en Praga. Preciosa, Praga. Aunque me sigo quedando con Budapest, son ya muchos los recuerdos que tengo en la capital húngara. Además, quieras que no mientras estábamos en Chequia se echaba de menos el köszönöm, bocsánat, nem beszelek magyarul, etc. Quien lo iba a decir.

La verdad es que después de cuatro meses, iba tocando reunión familiar. Nos faltó Fernando, aunque estuvimos tomando cerveza checa a su salud, para sentirlo más cerca 😊. De todas formas, después de unos cuantos días durmiendo juntos en pisos de una sola habitación, me hacía falta volver a Kaposvár. En verano tendré tiempo para más y mejor, pero ahora aún tengo un proyecto que terminar. Bueno, y un viaje a Croacia que hacer con Daria en dos semanas (y del cual aún no hemos preparado nada); pero esa, es otra historia.

Oliver manda saludos desde Budapest


Mamá y yo, saliendo del brunch en el Szimpla

Papá y yo, preparando la búsqueda de algún Arca perdida o Santo Grial extraviado

Posando con mis chicas

¿Y esto como se come?



No, aunque no lo parezca, no siempre llevaba la misma camiseta durante el viaje


Así que hasta entonces, toca seguir sosteniendo el pabellón en la Ciudad de las Flores.
Un abrazo a todos, familia.

Haciendo senderismo con Marcela. Que no viene al caso con la historia, pero también fue un buen día juntos (Eso y que la muchacha me mata como no lo ponga. Y ella SÍ sabe donde vivo). 30 kilómetros lo menos nos hicimos (?)


Casi todos los días, a la hora del almuerzo, Étienne y yo nos sentábamos a jugar al ajedrez en Compass mientras dábamos cuenta de nuestros tuppers. Cuando se fue le regalé un ajedrez de bolsillo (bueno, de bolsillo grande) en recuerdo a todos esos momentos. Fue en gran medida gracias a él, y a Matteo, que recuperé esta afición que tenía olvidada desde que de niño jugaba en la Casa del Ajedrez de San Fernando. Y ahora los almuerzos ya no son lo mismo, falta algo.