Follow Us

Mostrando entradas con la etiqueta Kaposvar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Kaposvar. Mostrar todas las entradas

jueves, 5 de julio de 2018

Kaposvár, historia de una derrota pírrica

9:00 0 Comments

Pirro, rey de Epiro, fue un conocido general de la Antigüedad Clásica. Estratega de la talla de Alejandro Magno según los cronistas de su época, combatió mucho y venció más. En sus aventuras guerreras se enfrentó a una aún joven Roma, que pugnaba por expandir su influencia por el sur de Italia. En una de esas batallas (La de Ásculo, para más señas), en la que Pirro consiguió derrotar reñidamente a los romanos, los oficiales del monarca se acercaron a felicitarle por el reciente triunfo, a lo cual Pirro respondió:

-Otra victoria como esta, y estoy perdido.

La victoria pírrica hacía su irrupción en la Historia.

Primer evento, a la semana de llegar, en el hospital a las afueras de Kaposvár. Aún recuerdo como una niña me enseñó a decir szívesen (de nada) cuando apenas conocía un puñado de palabras.


Damos paso al último post.

Aviso de que esta vez va a ser largo. Solía tener a un señor con bigote que se encargaba de que el contador de palabras de mi viejo editor de texto no superase las seis cifras. Ahora lo tengo atado y a distancia de garrote, con Oliver montando guardia con la aguja que le confisqué y no sé cómo demonios ha recuperado. Así que si a alguno no le gusta…Bueno, siempre le puede hacer compañía al señor con bigote.

Alguno de vosotros, perspicaces como sois (bueno, que demonios, todos vosotros, que sois unos fueras de serie), os habréis dado cuenta de que el título y la cita con la que prologo estas líneas tienen una diferencia sutil. Como de 180º, más o menos. Victoria, derrota. Ganar, perder. Betis, Sevilla (Dió shikiyo, que dominio de la antítesis. Si es que cuando me siento poeta…).

El primer training, en Budapest, a mediados de octubre. No me gustó tanto como el segundo, pero fue allí donde conocí a muchos de los que serían después mis amigos y compañeros de armas (o del alma)

El caso es que ahora que va tocando hacer balance de los últimos diez meses, y echando la vista atrás, veo demasiados objetivos incumplidos.

Muchas personas dicen que me mortifico en exceso. Yo, la verdad, no lo creo. No estoy dispuesto a flagelarme por las cosas que no he conseguido alcanzar. Pero repetirme condescendientemente, a modo de mantra “era muy difícil, todo estaba en contra” y plantarme ahí, es darle un poder a mis circunstancias que no pienso cederles. La derrota es para el que lucha, el fracaso se lo dejo a los demás.

La llegada del primer macro grupo turco, a comienzos de diciembre, y el comienzo del fin. El proyecto, que hasta entonces más o menos avanzaba, no soportó el cambio. Demasiada gente, caos, falta de motivación. Poco a poco, la inercia fue tomando el poder en el equipo

Cuando empecé mi proyecto de voluntariado, tenía la intención de hacer algo de trabajo para la sociedad. Quería ver que podía hacer algo por la gente de mi alrededor. Y hoy el impacto que veo que dejo no es muy grande. No es que quisiera cambiar el mundo o que me construyeran una estatua, pero sí sentir que hacía algo útil y diferente. En algunos casos lo conseguí, y sé que dejo marca en bastantes personas. Pero se podría haber hecho tanto, conseguido tanto…

Mis compañeros (al menos los que tenían unas motivaciones similares a las mías) y yo teníamos sensación de potencial desperdiciado, de saber que de haber hecho las cosas de forma diferente este proyecto hubiera sido mucho más grande.

Mi cumpleaños, a finales de enero, marcando el paso de ecuador. Manon nos dejaría algunos días más tarde. Era la primera baja


Y personalmente, haber estado intentando trabajar con y para una comunidad local sin hablar su lengua me parecía y parece la mayor de las hipocresías (además de tremendamente improducente). Puede ser más o menos difícil, o más o menos útil en términos de perspectivas de futuro, pero esa sí me la tomé como una batalla personal. Llegaría hasta donde llegase, pero la gente (mi gente) se merecía que siguiera intentándolo hasta el final. Ya no por comunicación, sino por respeto.

Ha habido alguna más, pero esas han sido mis derrotas.

Pese a todo, la vida seguía. Buscábamos tiempo para salir de excursión

Para partidas que se alargaban días, almuerzo a almuerzo, entre Étienne y yo

O para visitar o ser visitado por los amigos que teníamos repartidos por toda Hungría

Y sin embargo, el botín de guerra es extenso. Quería conocerme un poquito más a mí mismo, descubrirme trabajando en grupo y resolviendo situaciones diferentes, rodearme de gente y sitios nuevos que convertir en amigos (porque los lugares también puenden dar amistad). Quería, vamos allá con el cliché, salir de mi zona de confort y crecer.

Aún me queda la frase que me dijera Lucile ˝No cambies, tienes una sonrisa que nos alegra el día cada vez que llegamos a la oficina”. La sonrisa que un día Olga, sin saberlo ella ni yo, me enseñara. La frase que Lucile, sin saberla ella ni yo, se convirtió en mi lema estos meses (más allá de mi celebérrimo “Patata” o el perturbador “Nagyon jó” que copiara de Helena y de Zsu).

Tampoco todo el trabajo era malo y aburrido. Mis visitas a los institutos fue lo que me mantuvo aquí, y eventos como el Nárcsisz Fésztival en abril, me dejaron muy buenos recuerdos


También me guardo las canciones que se convirtieran en mi banda sonora, las series o películas que hicieran de telón de fondo, los libros con los que me iba a dormir o que aún habrán de desvelarme. Mis viajes y excursiones, mis juegos y conversaciones, mis cafés acompañado (con más dulces que café) y mis carreras en el parque acompañado sólo por mis meditaciones,…
…mis descubrimientos,…
…mis silencios,…
…mi gente.

Así que no puedo dejar de pensar que, de tener más derrotas como esta, me haré invencible.


Y entre semana y semana de trabajo, pues a veces venía a verte gente de España. Como Pilar y José en Semana Santa

Rubén, Pinchi y Manu en Feria

O mis padres a principios de mayo

De tanta gente viniendo a visitarme a Hungría, al final tuve que acabar escapándome, como sabéis, un par de semanas a Croacia para, no sé, simplemente flotar, y respirar fuera de la burbuja en la que estaba desde que llegué a Hungría


Últimamente me preguntan mucho si tengo ganas de irme o quedarme, si estoy alegre o contento de terminar. Más o menos, igual que Eliasibe me preguntó cuando tocaba volver de Porto Alegre y dejar mi querido Brasil donde ahora Fernando también está terminando su batalla (aunque la suya es más complicada, tiene que evitar caerse de los autobuses cuando al bueno del chófer le da por abrir la puerta cincuenta metros antes de la parada; hacerse las palomitas en sartén sin provocar un hongo nuclear y centrifugar la colada con un cucharón, a modo marmita. Al menos una inexistente lavadora no se traga sus calcetines).

Y como respondiera a Eliasibe, ni lo uno ni lo otro. Sencillamente es hora de cerrar un capítulo y abrir el siguiente. Sin ganas de quedarme porque el futuro se presenta excitante, sin ganas de irme porque aquí dejo una vida construida y conquistada con esfuerzo y cariño. O con ganas de ambas cosas, por los mismos motivos. Así que la balanza está equilibrada. Aurea mediocritas.

Y tomar fuerzas para empezar con los adioses

Que han sido muchos

Porque he conocido a mucha gente

Muchísima. Y aunque no pueda poner fotos de todas las personas que he conocido, porque no las tengo, o no me caben, o son niñas y niños que todavía tienen que crecer antes de que sus caras queden inmortalizadas por la tecnología y mis caprichos

Todas esas personas han sido, al fin y al cabo, las que han hecho que este tiempo haya sido, como nos dijera Yunus, una vida

Recuerdo que hace ya unos meses os contaba el vacío que me había dejado terminar Sword Art Online, el anime que me recomendara Fernando. Esa sí era sensación de término. No en vano ha sido otro de los inesperados elementos que me han hecho crecer y descubrir. En unas pocas horas mi tiempo en Kaposvár y Hungría habrá terminado (por ahora), pero no se acaba nada. Dentro, no se acaba nada.
Así que, adelante.

FIN


MAGYAR GOLEM O UN PASO AL FRENTE

Noche número siete:
He vuelto a quedarme despierto,
Creo que tengo fiebre,
Aunque dudo que esté enfermo.

A mi lado, J duerme.
En la oscuridad, le beso en la espalda,
Y un escalofrío le hace estremecerse.
Tal vez no duerme,
Y cierra los ojos para ahuyentar
 las pesadillas que me oculta siempre.

Suspiro.
Adivino, más que veo,
Las maletas en la puerta,
Las fotos en las paredes.
Y en la mesita, sonriente,
La máscara que compartimos,
Y tan sólo en los días nos sostiene.
Por la noche no nos hace falta,
Abrazados y en silencio,
Conjuramos los monstruos de su alma,
Y los fantasmas de mi mente.

Hasta ahora,
Porque las maletas ya están en la puerta,
Y las fotos no estarán más en las paredes.

Otra vez suspiro.
Suelo pensar demasiado
en momentos como este.
Pensar sobre el corazón
Que según dicen un día me arranqué
(entristeciendo más si cabe
A las desalentadas amapolas de Miguel),1
Para cambiarlo por fantasías
 de bielas y engranajes;
Sueños de piernas infinitas,
Mercenarias,
Suaves.

Y sin embargo,
La mano sobre el pecho,
Sonrío.
Un tambor,
Atravesado de versos incontables,
Antiguos e innegociables,
Escondido,
Mi puro corazón.2

Un paso al frente.
El poder de mis veinte años,
Hoy no lo vendo al mejor postor.2
Pleno o inmaculado,
Hoy me quiero puro,
Libre,
Irreductible,
Yo.3

Un paso al frente,
Sin que la lluvia nos venza,
 O sin que el viento nos quiebre.4
Con el paso lento e insondable,
(Blindado de cuerno y amatista)
Del destino o de la muerte.
Con una risa salvaje
(de trueno o bestia herida)
De mi tierno seno floreciente.

Sí. Un paso al frente
Del batallón de los demonios del pasado,
Y las sombras del presente.
De mí mismo y de mi historia acompañado,
Sonrisa taciturna de felicidad inquebrantable,
No fugado,
Comandante,
Adelante,
Un paso al frente.


Primer poema en seis años...
.... pues un paso al frente 😊




1 1     Miguel Hernández (1936). Elegía a Ramón Sijé
2 2     József Attila (1925). Tiszta szívvel (Con el corazón puro)
3 3    Pedro Salinas (1933). La voz a ti debida (Fragmento versos 494 a 521)
4 4    Kenji Miyazawa (principios del siglo XX). Ame ni mo makezu (Sin que la lluvia nos venza)

lunes, 21 de mayo de 2018

Mayo en Kaposvár

3:35 0 Comments

Hola a todos de nuevo:

Sé que ha pasado bastante tiempo desde la última vez que os escribí. Y posiblemente pase también bastante hasta la próxima vez que vuelva a hacerlo. El proyecto con Compass terminará dentro de mes y medio, y ya he comenzado con el protocolo de desmovilización: preparar viaje de vuelta, despedirme de personas que no veré más en estas últimas semanas (el resto de mi vida, esa ya es otra historia), ir abriendo camino a las nuevas etapas de la vida tras el EVS,…

Esto ya va teniendo sabor a desenlace, a tranquilo epílogo (cuando el torbellino de la rutina lo permite) y fin de etapa. Aunque no cierro la puerta a alguna sorpresa más en algún recodo del camino antes de llegar al final.

En cualquier caso, el miércoles se nos fue Étienne. El sábado, Derya y Murat. Y aunque parece ser que mañana llegarán tres nuevos turcos para quedarse durante un mes (ya nos estábamos preguntando cuándo se manifestaría esa famosa tercera oleada), el grupo se nos va vaciando poco a poco.
Preparando la cena de despedida a Étienne

Despidiéndonos de Derya y Murat

Creo que tanta despedida me ha dejado bastante pensativo.

Pero volviendo a cosas más mundanas, me he pasado el comienzo de mayo con mis padres, como muchos de vosotros ya sabréis. Estuvimos unos cuantos días en Budapest, y después en Praga. Preciosa, Praga. Aunque me sigo quedando con Budapest, son ya muchos los recuerdos que tengo en la capital húngara. Además, quieras que no mientras estábamos en Chequia se echaba de menos el köszönöm, bocsánat, nem beszelek magyarul, etc. Quien lo iba a decir.

La verdad es que después de cuatro meses, iba tocando reunión familiar. Nos faltó Fernando, aunque estuvimos tomando cerveza checa a su salud, para sentirlo más cerca 😊. De todas formas, después de unos cuantos días durmiendo juntos en pisos de una sola habitación, me hacía falta volver a Kaposvár. En verano tendré tiempo para más y mejor, pero ahora aún tengo un proyecto que terminar. Bueno, y un viaje a Croacia que hacer con Daria en dos semanas (y del cual aún no hemos preparado nada); pero esa, es otra historia.

Oliver manda saludos desde Budapest


Mamá y yo, saliendo del brunch en el Szimpla

Papá y yo, preparando la búsqueda de algún Arca perdida o Santo Grial extraviado

Posando con mis chicas

¿Y esto como se come?



No, aunque no lo parezca, no siempre llevaba la misma camiseta durante el viaje


Así que hasta entonces, toca seguir sosteniendo el pabellón en la Ciudad de las Flores.
Un abrazo a todos, familia.

Haciendo senderismo con Marcela. Que no viene al caso con la historia, pero también fue un buen día juntos (Eso y que la muchacha me mata como no lo ponga. Y ella SÍ sabe donde vivo). 30 kilómetros lo menos nos hicimos (?)


Casi todos los días, a la hora del almuerzo, Étienne y yo nos sentábamos a jugar al ajedrez en Compass mientras dábamos cuenta de nuestros tuppers. Cuando se fue le regalé un ajedrez de bolsillo (bueno, de bolsillo grande) en recuerdo a todos esos momentos. Fue en gran medida gracias a él, y a Matteo, que recuperé esta afición que tenía olvidada desde que de niño jugaba en la Casa del Ajedrez de San Fernando. Y ahora los almuerzos ya no son lo mismo, falta algo.

lunes, 23 de abril de 2018

Vuelta a Budapest

23:27 0 Comments

Pues al final escribo desde Kaposvár, como siempre. Étienne (el muy Judas) se fue a Croacia sin mí, así que haré mi viaje, previsiblemente solo, dentro de un mes. Cuando vuelva el voluntario pródigo le preguntaré por consejos sobre el país dálmata.

Estas dos semanas han estado marcadas por nuestra presencia en los medios. Como prometí, aquí va un reportaje más extenso del Nárcisz-Fesztivál que os adelanté la última vez:

El caminante sobre el mar de flores


Yo, Narciso

- El pasado domingo mi marido perdió cinco mil libras en el hipódromo, mi hermano le dijo que apostase por un caballo cojo.
- Que casualidad, mi última amante también me engañó. Se llevó cien mil marcos.
-¿La princesa rusa?
- No, la bailarina javanesa. Pero con la hiperinflación, sólo le va a servir para la chimenea.
- JAJAJAJAJAJAJA
-JOJOJOJOJOJO


Daria, a mis brazos

Posando para los retratistas


Con la llegada de la primavera, en Kaposvár se celebra este festival en honor del pintor impresionista local Rippl-Rónai, y a nosotros nos tocó ambientar la jornada.

Por si eso no fuera poco, la semana siguiente, celebrando el Día de la Poesía, estuvimos haciendo lecturas en público de distintos poemas húngaros. Yo, por aquello de mi rebeldía sin causa, leí Con el Corazón Puro (Tiszta szívvel), de Jószef Attila, en español y en portugués.


Como pareció que le gustamos a la televisión, a los pocos días nos siguieron a Kadarkút cuando estuvimos enseñando a los alumnos del curso de cocina nuestros platos locales. Y por más que le repetí a la reportera que lo mío era salmorejo, ella se emperró en que no, que era gazpacho.


Así que a los pocos días me tuve que plantar en KaposTV para repetírselo. Bueno, vale que nos habían invitado a Niki, Adam y a mí para practicar inglés. Pero se lo dije.

Y de ahí, de vuelta a Budapest, que Manu, Pinchi y Rubén venían a visitarme (y también el solecito. No veas como pegaba en la nuca, shikillo).




Los tres caballeros

La plaza de los héroes, desde una perspectiva diferente

Mmmm, ¿Ha visto Rubén un pokémon salvaje?

Chico solitario. Busco a alguien

El comienzo de un amor. Dame un besito, cariño

Pero que sea con lengua

La petición de boda...

...Y la de divorcio

El post iría cerrando por aquí, si no fuera por la anécdota de hace un par de días. Estaba paseando tranquilamente a mediodía por el parque donde suelo ir a correr, camino del supermercado, cuando un chaval, más o menos de mi edad, se puso a gritarle a otra persona.

Yo, viendo por el contexto que el chico no estaba en situación de razonar, decidí seguir caminando y no hacer ningún gesto que pudiese llamar su atención. En esto que se gira y empieza a gritarme a mí, en húngaro, algo así cómo “¿Tienes algún problema conmigo?”. Le contesto que no hablo húngaro, que no hay problema, pero él erre que erre con lo mismo. Y yo reculando, sin querer darle la espalda ni hacer nada que le provocase. Hasta que de buenas a primeras le da por soltarme dos puñetazos-empujón (me cargó con los dos puños sobre el pecho) y ahí fue cuando me di la vuelta y salí corriendo, que de héroes y estúpidos está el cementerio lleno.

Cuando ya puse una distancia prudencial entre nosotros y vi que no me seguía, decidí cambiar de ruta e ir al supermercado por otro camino (Tampoco iba a quedarme sin comprar). Como acabaría el muchacho, ni idea; pero mejor pensar que no se encontró a otro de su mismo tipo, o acabarían haciendo un combate de boxeo improvisado. Ahora estoy viendo con Niki y Zsu si merece la pena cursar la denuncia, en cualquier caso me quedé pensando lo vulnerable e impotente que estoy cuando además soy incapaz de comunicarme con la policía en un caso de emergencia como podría haber llegado a ser este.

En fin, pues aquí lo dejamos hasta la próxima vez. Un besazo a todos.

Hace también un par de días me escribió Rubén preguntándome al respecto de un problema que tuvo en el tranvía de Budapest cuando nos lo dejamos atrás Manu, Pinchi y yo. Estuvo preguntando, en inglés, si se trataba del número 4 o del 6, pero durante un rato largo nadie le respondió. Andaba un poco mosca porque le pareció de bastante mala educación e insolidario que nadie se dignase a responderle, y estuvimos discutiendo si era por un tema cultural, malentendido o directamente indiferencia de la gente en el vagón. Como por aquí me leéis también algunos húngaros, ¿tenéis alguna opinión al respecto? ¿La gente suele ser así en Budapest?

Ah, y mi hermano lleva ya dos sobresalientes en Brasil. Pasito a pasito 😊

sábado, 7 de abril de 2018

Kaposvár. Y Visegrád. Y Budapest, Esztergom... Bueno. Hungría

18:33 0 Comments

Bueno, pues ya de vuelta en Kaposvár:

He tenido semanitas bastante completitas, ya casi ni me acuerdo de cómo fueron las semanas antes del training. Bueno, la verdad es que no me acuerdo en absoluto.

Sé que estuvimos haciendo algo de senderismo en el norte del Deseda. Sé que también me lo pasé muy bien en mis clases de salsa. De hecho, estuve rumiando la idea de abandonar, porque me había saltado tres clases seguidas y después de una fiesta un sábado me di cuenta de que estaba con auténtico pánico escénico; pero oye, decidí que aquí se aprende a base de superar miedos, así que me planté en la sala, y oh maravilla, salió bien. En cualquier caso, he estado contando los días y creo que me voy a volver a pasar al grupo de principiantes, porque no voy a tener ocasión de fijar nuevos pasos. Hay que ser humildes y creo que con lo aprendido, me basto.

Inspección in situ de las condiciones de seguridad y cinemática del tobogán, aka "resbalaera"

Y visita técnica a la pasarela peatonal del Deseda. Que tablero más raro, chiquillo. Y con pandeo lateral incluido.

Daria y yo, espantando miedos.

Respecto al training que tuvimos en Visegrád, lo cierto es que lo disfruté mucho, bastante más que el primero. Será que ya nos conocemos todos, que Visegrád es un pueblecito con encanto y un castillo en el que nos recibieron con tambores, torneo y vino caliente, o que el tema de este segundo training me gustó más. Pero lo cierto es que fueron cuatro días fantásticos que se pasaron volando.

Por aquello de que estábamos en la capital húngara del Renacimiento, pues nada, a hacer un poquito de recreación. Los chicos estaban por hacer La Última Cena (algo corta de plantilla). Yo, que soy espíritu de la contradicción y pedante en mis ratos libres, preferí hacer de Platón en La Escuela de Atenas. No, no estoy bailando sevillanas.

Matteo y yo, buscando a los que decían que estaba bailando sevillanas

Después del training estuve haciendo algo de turismo por algunos pueblecitos del norte del país, como Hollókö y Esztergom, con Ronja.

Esztergom

Hollókö

Ronja y yo, junto al castillo de Hollókö

My little piggie. Recuerdo que compré en Hollókö

Yo, con un café y duda existencial: "To pig or not to pig. That is the question"

Y después del viaje con Ronja, aprovechando que venían Pilar y José a Budapest, estuve haciendo algo de turismo por la capital. En los siete meses que llevo aquí, creo que es la primera vez que voy en plan turista totalmente por la ciudad. Y de hecho no del todo.

Vamos chicos, sonreíd, que estamos en Budapest

Y en Szentendre también se sonríe (que se lo digan a José)

 
Ya no sé cómo posar, ¿tal vez así?

¿O mejor así?

¿Qué haga de gárgola? Sí, señor oscuro. Por supuesto, señor oscuro. Argh

¿Cómo? ¿kürtős kalács con helado? Foto foodie aquí, jefe



Más comida, que es la guerra



Vaaaale, Oliver, tú también, pesado


Lo gracioso de la estancia fue que me estaba quedando en casa de Marinella (Mary), una amiga de los trainings que hace su voluntariado en Budapest. Una de las mañanas, cuando Mary se había ido ya a trabajar, escucho voces en la cocina. Yo, tan tranquilo, pensando que es Marinella que ha vuelto y que está hablando con Jessica (otra amiga común del training que también se estaba quedando en el piso de Mary esos días), pues me da por poner música mientras me cambio de ropa.

Y llaman a la puerta.

-¡Adelante!- Yo sin camiseta y con toda naturalidad.

Y nadie entra.

“Qué pudorosas las chicas hoy” Pienso. Me termino de vestir y abro la puerta del dormitorio.

Y me encuentro a medio metro a una señora de 50 años y detrás a otro caballero de la misma edad, ambos con el uniforme de La Orden de la Cruz de Malta, la organización en la que Mary hace el voluntariado.

-¿Tú quién eres?- Me pregunta.

“Justo iba a preguntarle lo mismo” se me pasa por la parte frontal de la cabeza mientras desde el fondo de mi subconsciente resuena la canción esa de Melendi de Curiosa, la cara de tu padre.

-Un amigo de Marinella- Acierto a responder, con la mejor de mis sonrisas.
-Ajá- Se ríe (y por dentro se cagaba tos’ mis muertos )-. ¿Y está fulana (la compañera de piso) en la otra habitación?
-Creo que no- Contesto-. Me dijo Marinella que estaba de vacaciones.
-¿Entonces quién se está duchando?
-…- Cara de póker-. No sé. ¿Otra amiga de Marinella?- Tampoco era plan de decirla a la buena señora toda la plantilla de visitas que Mary tenía en los últimos días.
-Creo que voy a llamar a Marinella.
-…!- Cara de farol de póker. Silencio incómodo – Por supuesto, ¿puedo ayudarle en algo más? - De nuevo con sonrisa de galán.
- No, gracias- De nuevo con sonrisa “curiosa”.

Y cierro la puerta en sus narices. Me acerco a la ventana, calculo la altura (es un segundo piso). “Bah, no merece la pena”, pienso. Opto por empaquetar mis cosas, no sea que me toque desalojo en caliente, y escribo a Mary para informar de la situación. Después pego la oreja a la puerta y espero.

Al final oigo que se van. Todo quedó en anécdota, aunque yo ya me vía corriendo por Buda descamisado y con el petate al hombro, con seis garrulos de la Orden de la Cruz de Malta corriendo detrás de mí. Pensamiento absurdo, por otra parte, dado que ya estaba totalmente vestido.

En cualquier caso, en cuanto escuché que se iban salí yo también, no fuera a ser que me pasase de torero y por esperar a porta gayola acabase corneado.

A parte de eso, la visita a la capital húngara transcurrió con normalidad. Perdí un guante en la basílica (que se lo quede la mano incorrupta de San Estebán, que le entra frío), visité a algún amigo, Matteo me volvió a liar para otro chute de palinka… Lo normal, vaya.

Y ya de vuelta en Kaposvár, en la burbujita Compass. Han pasado siete meses y quedan tres, el tiempo vuela. Aunque ahora que tenemos aquí la primavera, va a volar todavía más rápido. Cuando cae la noche y salgo a correr al parque, ya me huele a verano, igual que cuando iba terminando los exámenes de junio en mi bienamada ETSI.

Que poquito queda ya…

Creo que voy a ir cerrando el post por hoy, que me dicen que eso del scroll infinito, que no es del todo infinito, que no es del mismo Bilbao. El próximo post, ... quien sabe. Lo mismo lo mando desde Croacia ;) Hay unos cuantos planes en el aire. Os voy dejando una foto del siguiente episodio, para ir abriendo boca.

¿Y no es verdad, ángel de amor,...


El pasado Domingo de Resurrección terminé ya mi Cuaresma “semivegetariana”. Y digo “semi” porque entre errores al pedir en restaurantes y por las veces que me invitaron a comer en casa de alguien y no quise rechazar un plato, me he saltado lo de vegetariano diez veces exactamente.

Pero bueno, con un platito de pechuga de pato al horno con plátano frito que estaba de toma pan y moja creo que he espantado los miedos de mis padres de convertirme en un “comehojas”. Al menos de momento.

El caso es que después de haber conocido a Yasmine el año pasado, quedé muy impresionado cuando estuve con ella en el Iftar (ruptura del ayuno durante el Ramadán. Corrígeme si me equivoco, Yasmine, que sé que lees estás líneas), y sentí que quería hacer algo parecido. Al final, decidí extender nuestra tradición de no comer carne los viernes de la Cuaresma, y hacer ayuno vegetariano.

Ha sido una experiencia bastante bonita, pese a las veces que me la he saltado, y me ha servido para descubrir nuevos ingredientes, recetas, y extraer algunas conclusiones:

11º   Ser vegetariano es difícil de compaginar con la vida social de personas que no lo son.

22º  Ser vegetariano no está al alcance de cualquiera. Y no sólo por cuestiones económicas, sino también por imaginación, convicción y perseverancia. Vegetariano es quien puede, no quien quiere (que querer es poder, de acuerdo, pero hay una capa de dificultad que hay que superar). Y supongo que eso se puede extender a ser respetuoso con el medio ambiente, emprendedor, y en general, a dar pasos hacia sistemas fuera de lo estándar.

33º  Personas que no entienden tus decisiones vitales y sus motivos tenderán a juzgarte y criticarte por el simple hecho de ser diferente, aunque los resultados de tus decisiones se queden en ti.

44º   Con una sonrisa y palabras sencillas y honestas, las personas del punto anterior serán menos.

Así que para el año que viene creo que repito, y espero hacerlo mejor. En cualquier caso, en mi orgullo queda ese momento del training en que había asado de jabalí (mi plato favorito) en el buffet y tuve el siguiente coloquio con él:

-Cómeme, estoy rico.
-No puedo, lo siento, estoy en una dieta vegetariana.
-Antes no eras así.
-La gente cambia con el tiempo.
-Pero vamos, nadie se va a enterar. Nadie está mirando.
-Pero no puedo.
-Pero, ¿por qué? ¿Tan importante es para ti?
-Lo siento, no puede ser.
-Oh, vamos. La salsita nada más. Ni siquiera cuenta como carne.
-… Bueno, ¿pero la salsita nada más?
- Nada más
- ¿Y después dejarás de preguntarme?
-… Prometido
- De acuerdo. Entonces vale.

Y allí se quedó el jabalí, mirándome con ojitos de puerco degollado, mientras yo me servía, impertérrito e impasible, la salsa, marrón, oscura y especiada, con un algo de nuez y regusto a clavo, sobre el arroz.

(Que sí, que ya cierro el post, porras, déjeme escribir al men...