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sábado, 27 de octubre de 2018

A LA TERCERA VA LA VENCIDA, EL ARTE DE LO GRATUITO Y ZAJČEK ZAJČEK


Pues aquí siguen mis aventuras por Eslovenia, en este pequeño país de dos millones de personas, que por cierto y agarraos bien, tiene como unos 48 dialectos diferentes. Así que mis humildes intentos de aprender su idioma no parecen muy fructíferos cuando pienso que ni siquiera puedo hablar con los dos milloncitos de este país pollo (esta es una referencia de mi anterior post). Aún así, me encanta lo sensual que suena todo en esloveno, y esto es todo bagaje muy útil que uno va adquiriendo, y que es inmensamente necesario en una situación de vida o muerte cuando tienes que seducir a tus raptores. Así pues, la solución es la eslovensualización. Y no solo he aprendido algo de este idioma (y mejorado mis dotes de atracción), sino también un poco de alemán gracias a mis compañeros (lo más importante para moverse por Alemania): pupsen, rülpsen, ficken y essen (peer, eructar, follar y comer).

Y hablando de comer, últimamente no paramos de hacerlo gratis. Bien sea porque alguien nos lo ofrece en la calle, como nos pasó con una mujer cristiana que invitaba a la gente a que asistiese al día siguiente a una comida con su grupo (y que por supuesto aceptamos), o porque en nuestro centro, Kotlovnica, hacen algún evento en el que se prepara una mesa con comida. Una de estas veces fue especialmente divertida. Teníamos un evento político al que no habíamos podido asistir porque estábamos ayudando en otros asuntos, pero nos llegaron noticias de la comida y estuvimos hablando con algunos de nuestros conocidos a la salida del centro para conseguir más detalles acerca de la misma y ver si valía la pena tratar de entrar y abusar un poco. Por suerte, nos invitaron a comer de la mesa, y para no parecer tan interesados opusimos algo de resistencia del tipo “oh, no, no es necesario”, “¿seguro?”. Intentamos no pasarnos demasiado, y más o menos puedo decir que lo manejamos dignamente. Es más, nos salió tan bien la jugada que nos dejaron llevarnos las sobras y lo estuvimos compartiendo con gente que había fuera.

   

Esta bandeja de galletas es después del acto político en Kotlovnica

Esta de ayer, tras la presentación de una exposición.

Sin embargo, de todas estas historias de comer por la cara, mi favorita es la siguiente. Digamos que cerca de nuestra casa hay un manzano bastante desaprovechado porque sus dueños no parecen recoger las manzanas, y son tan grandes y sabrosas, que por supuesto, sería una pena dejar que se desaprovechasen. El día que estuvimos comiendo con la mujer cristiana, nos dio la receta de la maravillosa tarta de manzana que comimos ahí, y de la que por cierto repetí, así que pensamos que podríamos reproducirla y compartir el resultado con la gente de nuestro centro juvenil. Así, decidimos emprender una loca y salvaje incursión de rescate manzanero a las dos de la mañana después de ver una película sobre robos, y totalmente vestidos de negro. Es más, teníamos hasta otros nombres y nacionalidades pensados por si teníamos problemas durante nuestra aventura: Piotr, Urshka y Marushka. Mientras andábamos por la carretera, estuvimos ultimando detalles y atándonos bien los cordones de las zapatillas por si fuese necesario correr. Al acercarnos al manzano, el perro del vecino empezó a ladrar muy fuerte y durante mucho rato, por lo que seguimos caminando dejando atrás el manzano con gran frustración. Estuvimos un rato pensando qué hacer, si volver por esa carretera e intentarlo de nuevo o cambiar y volver a casa por otra distinta. Finalmente, y al ver que en la casa del dueño del manzano había luz, decidimos volver por otra carretera. Sorprendentemente, el perro volvió a ladrar, y eso que estábamos bastante lejos de la zona, por lo que nuestros futuros intentos parecían inciertos.

Al día siguiente, y con la luz del sol, decidimos volver a probar. Esta vez no ladró el perro. Sin embargo, el propio dueño estaba recogiendo manzanas de otro de sus árboles, por lo que cualquier intento era inútil, y no sabíamos que pasaría con nuestro manzano. Durante los siguientes días no hicimos nada, pero estaba llegando el final de la semana y el lunes yo me iba a un entrenamiento durante cinco días, por lo que puede que a mi vuelta fuese tarde. El domingo estuvo lloviendo bastante durante la mañana. Cuando paró, hablé con mis compañeros: era de día así que probablemente el perro no ladrase, y al haber estado lloviendo hasta hace poco, el dueño no estaría fuera. Decidimos salir de nuevo: las manzanas seguían ahí y nadie las custodiaba. Nos lanzamos a recoger las que pudiésemos. El perro empezó a ladrar pero seguimos recolectando un poco más y salimos de ahí. Cogimos 29 en total, pero casi ni se notaba en ese tremendo manzano. Esto ocurrió hacia las cuatro y media y a las seis teníamos que estar en el centro. Fuimos rápido a casa y empezamos a preparar todos los elementos para hacer la tarta. He de decir que la clavamos. La terminamos a tiempo y estaba terriblemente buena.

Triunfales con nuestra apple pie

Pero no todo ha sido comer durante este tiempo. También hemos estado ayudando en el centro con alguna performance que tenían, hemos viajado a Bled, ido de fiesta de halloween a Medvode… Pero para finalizar este post voy a hablar un poco de mi experiencia durante esta última semana (en la que he también hubo comida gratis, por cierto).

Bled

Bled

Mis compañeros de piso y yo en Medvode disfrazados de fantasma, monje y trabajador zombie.

Mis compañeros haciendo un fuego para una performance en Katzenberg, y un cacho de cara de mi compi de piso intentando fastidiar la foto.

Cuando eres un EVS tienes que realizar un entrenamiento a la llegada, que se llama on arrival training, al que he hecho mención con anterioridad. Este entrenamiento dura cinco días y se realiza en un hotel en alguna zona del país de acogida, en mi caso Eslovenia. El mío se hizo en Debeli Rtič, en la costa. En total éramos 25 voluntarios de diversos países: Italia, Finlandia, Turquía, Francia, Bosnia, Croacia, Bulgaria, Serbia, Polonia, Letonia, Alemania, Portugal… Cuando te juntas con gente tan diversa, también te juntas con opiniones, modos de ser y de vivir diferentes. Por eso, creo que la forma en la que se abordaron las sesiones durante estos días no pudo ser más acertada. Se trabajaba bajo un marco de aprendizaje no formal, en el que se creó un verdadero espacio de intercambio de ideas donde la gente podía expresar si quería o no hacer las actividades propuestas y buscar su propio espacio, lo que me pareció muy importante. Hubo una ocasión en la que se nos presentó la oportunidad de realizar actividades con un grupo de chavales que estaban en un programa de pérdida de peso. Disfrutamos mucho planeando las actividades, probándolas para ver si podían funcionar y ejecutándolas. Y los niños también lo disfrutaron. Es más, hasta eslovenizamos una dinámica llamada “Bunny bunny” a “Zajček zajček”. Sin embargo, no todos los voluntarios quisieron dedicar su tiempo a esta actividad, y esto también es lo bueno de cómo fueron enfocados estos días: algunos pasaron la tarde en la playa, otros solos, otros realizando otros proyectos… Sea como sea, creo que todos disfrutamos con las elecciones que hicimos, ya que existía la libertad de hacerlas (cosa imposible en ámbitos más institucionalizados como en la universidad). Creo que esto fue algo que me llamó mucho la atención y que me pareció muy positivo, porque a partir de este reconocimiento de cada persona, hubo un fantástico espacio de trabajo donde finalmente éramos nosotros los que estructurábamos los temas y actividades que íbamos a hacer al día siguiente, como recibir información sobre las responsabilidades y derechos del voluntario, del Cuerpo Europeo de Solidaridad, realizar actividades juntos como deporte, ejercicios teatrales de improvisación, etc.

No solo la dinámica de esos días fue buena, también lo fue la gente que había ahí: personas con grandes ideas y proyectos que no solo hablan sino que hacen, gente que accidentalmente y sin ninguna preparación sube la montaña más alta de toda Eslovenia, músicos y artistas, locos que conocen las películas más raras que existen, niños curiosos encerrados en cuerpos de adultos, inconformistas que dejan un trabajo que no les satisface y se lanzan a la aventura… 

Creo que ser EVS es algo especial. Desde luego no es necesario para tener grandes experiencias o ser una gran persona, pero la gente que te encuentras, o al menos que yo me encuentro, parece tener algo mágico que les hace lanzarse a esta aventura loca y sin frenos que es ser Voluntario.


Foto de despedida del on arrival training

Comiendo caquis gratis

Tomando vino Refošk gratis.

Comiendo caquis, pizza, bollería y mandarinas gratis.

Con una botella de vino que nos regaló la señora de la foto.

Nosotros, posando estupendos, mientras descansamos de tanta gratuidad.

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