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viernes, 13 de octubre de 2017

Un mes en Kaposvár

Lunes, 9 de octubre
¡Un meees! Ya hemos pasado la barrera psicológica de los primeros treinta días. El tiempo pasa de forma extraña, cuando pienso en todo lo que hemos hecho en las últimas semanas, parece que llevamos aquí una eternidad; y sin embargo, cada nuevo lunes repaso los últimos días y me doy cuenta de que se fueron volando.

Os escribo desde un portátil húngaro y publico desde uno francés, así que perdonadme si se me escapa alguna falta de ortografía. Mi ordenador murió hace unos días tras una larga lucha con la tarjeta gráfica. Y aunque pasamos por quirófano antes de venir a Kaposvár, la cirugía no fue suficiente. Será un compañero difícil de sustituir. Dada la situación financiera mundial, no me puedo permitir invitaros a venir al desguace ardiente, pero si alguien se acerca por aquí le puedo ofrecer café y galletas.

Salvando esta triste noticia, las últimas semanas han pasado un poco sin pena ni gloria. El efecto de entrar en rutina supongo. Y no es que no haya cosas que contar, que las hay, es que ya han perdido esa novedad que tenían cuando llegué. También ha tenido que ver que durante una semana la mitad del equipo no ha estado aquí. ¡Ah! No os lo he dicho, pero todos los voluntarios tenemos que hacer un seminario (arrival training le llaman) en Budapest, así que esa semana medio Compass estuvo dando vuelta por el Puente de las Cadenas, el Bastión del Pescador y demás puntos de interés de la capital magyar.

Y para que no se sintieran solos, allá que nos fuimos la otra mitad en el fin de semana. A Oliver lo dejé en Kaposvár guardando el castillo. Os diría cómo me lo pasé, pero me temo que los vapores de los baños termales en Szechenyi me han borrado la memoria. Según las fotos parece que estuvo bien, ¿no creéis? De todas formas no os preocupéis, la semana que viene me toca mi Arrival Training, así que volveré por allí, esta vez con mi pequeño y osuno amigo, y os seguiré contando como son los Pub Ruinas o la Plaza de los Héroes.

Yunus, Manon, Greta, Noèmie y yo, paseando por Buda. Al otro lado del Danubio, Pest.


 Y aquí el Puente de las Cadenas y el Parlamento a lo lejos. Esta vez a Yunus se le escapó el dedo.

Szechenyi, por dentro. La piscinita estaba a 35°C, y al lado estaba la de 40. Os mandaría las fotos en las que salgo con las chicas, pero me temo que Vogue no lo permite.


 ¿Parlamentamos? 

 Mientras tanto, el trabajo por Kaposvár es un poco más de lo mismo. Oficina preparando material para mis clases y presentaciones, y visitas a los distintos eventos de la ciudad y alrededores. Por ejemplo hace unos diez días fuimos a una feria de empleo en la que teníamos que tener un stand para promocionar la movilidad europea y el EVS, pero alguien de la cadena de mando parece que no se enteró bien (normal, hablan húngaro) y acabamos dando vueltas por los stands sin saber muy bien que hacer. Punto positivo, conocí a una persona del ayuntamiento, no sé si del área de juventud o de deportes, que organizaba una sesión de senderismo el sábado pasado. Menos mal que me dijeron que la ruta no era bonita, ¿cómo serán las buenas? Y todo perfectamente organizado: checkpoints para sellar el pasaporte de peregrino (uy no, que eso es de otra cosa) con avituallamiento a base de agua y pogacsa (una especie de pan de queso); y al final, diploma y todo.


 ¿Dónde se ha metido ese maldito unicornio 


Descansando después de los primeros 5 Km. Al otro lado del lago había como 20 personas pescando



También nos invitaron la semana pasada a una vendimia. Creo que recogeríamos como 3 ó 4 toneladas entre todos. Y aunque apenas nos dio para probar el vino, por lo menos ahora puedo decir que he probado gyulas (o gulash si preferéis) casero. Y que he visto el Balaton. 


De los otros eventos me temo que no tengo fotos para enseñar. Hace un par de viernes estuvimos en otro pueblo, Nagybajom, con una concentración de institutos de todo el condado de Somogy. Se supone que era un evento de 24 horas, pero nosotros nos quedamos sólo 12 que al día siguiente salíamos para Budapest. Y este viernes estuvimos en el centro de la comunidad romaní de Kaposvár, haciendo un poquito de promoción internacional.

En los dos sitios estuvimos jugando al fútbol con los chavales, pero después de media hora y algún golpe de más, llegué a la conclusión de que mis tiempos de defensa central se quedaron en el pasado. Demasiada testosterona en el ambiente.

Y creo que lo voy a dejar aquí por esta vez, que si no me escribo el Quijote de una sentada y no es plan de dejar a Cervantes en mal lugar. Ale, hasta dentro de otros quince días.


Cogiendo ritmo por si alguna vez me hago jornalero, que esto de la ingeniería no lo veo claro


Gulyas, o guiso de carne hasta las trancas de pimentón. Pero oye, después de 4 horas recogiendo uva, está de rechupete

El momento de la quincena:
Algunos de los voluntarios más antiguos están terminando ya su estancia y empiezan a irse. El sábado tuvimos la fiesta de despedida de uno de ellos, Dominik, y a eso de ir acabando la cena empezamos con los discursos. Entonces Yunus, que todavía tiene cuatro meses más por delante en Kaposvár pero le gusta más hablar que a una polilla una bombilla, cogió el turno y comenzó a hablar. Ya terminando, dice:

“Chicos, para mí el EVS es como un tráiler de la vida, que es la película. Naces cuando llegas, vives todo tipo de experiencias mientras estás aquí, y mueres cuando te vas. En la vida no sabes cuándo mueres, pero en el EVS tienes una fecha de partida, sabes cuándo se acaba. Así que aprovechad cada momento que estéis aquí.”


Una frase para pensar. Y para ir haciendo testamento que me quedan nueve meses      (° _ °!) 

P.S. 

Ayer fui a la peluquería. Empiezo a explicarle a la peluquera, que no habla inglés, el corte que quería, dibujándoselo y todo (a los que me digáis que use fotos en el móvil, el teléfono sólo me arranca cuando lo enchufo/desenchufo o cuando me llaman). Empieza a cortarme por los lados, todo perfecto, y cuando va a llegar a arriba, me pasa un poco la máquina, se para y me pregunta si es así cómo lo quiero. Y yo, que no lo veía claro, le pregunto si es el 5 lo que está pasando. Me dice que sí, le doy la venia, y cuando da la segunda pasada me doy cuenta de que 5 para ella y para mí son cosas  MUY distintas.

Así que me pasé el resto del tiempo aguantando la risa y pensando que ya no importa como me peine que esto no tiene remedio hasta que vuelva a crecer. Siento no poder mandaros fotos, problemas de comunicación entre mi fantástico celulalar y la computadora francesa. Parezco un presidiario jajajajaja Pero bueno ¿no decía Adam que estaba calveando? Pues hagásmolo con propiedad. Y viva el body positive.

Las opiniones del equipo están repartidas, hay quien se va a hacer camisetas con mi cara y quien ya está buscando el spray de pimienta. Oliver entre ellos, cuando llegué ayer a casa se fue corriendo al otro lado de la habitación y todavía no he conseguido que suelte la aguja que ha cogido para pincharme cada vez que me acerco demasiado.

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