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domingo, 25 de noviembre de 2018

Puedo cagar tranquilo y to'. Esto es sentirse como en casa.

12:35 0 Comments

Este fin de semana ha sido increíble. Ahora si siento que estamos creando una familia, claramente con diferentes afinidades. No me vengáis con qué en familia se quieren a todos por igual. Aprendamos a aceptar la realidad.

Tanto el Viernes como el Sábado, decidimos ir todos juntos a clubs para tomar una cerveza y ya de paso ver el mercado de Navidad. Imaginad a seis voluntarios de distintas nacionalidades en bicicleta alrededor de Jonathan que lleva el altavoz con la música. Es uno de mis momentos favoritos. Me hace mucha gracia ver la forma de pedalear de Gothier, tan francesa. Es decir, muy erguido y muy correcto. Luego Jonathan, el alemán, es todo lo contrario. Echado sobre la bici y con las piernas muy abiertas. Muy dejao'. Y luego está mi Ocean, que es un personajazo. Que pedalea como si no le supusiese esfuerzo alguno, y cuando llega le tenemos que hacer el boca a boca porque se nos muere.

En los clubs lo pasamos de miedo. Joder, no podéis imaginaros qué sitios. Con sus luces, su música en directo, sus sillones, su terraza a lo hippie... Además nos encontramos con algunos amigos italianos y me fui muy satisfecho de hablar con uno de ellos, Christian, durante mucho tiempo en su idioma. Tras dar una vuelta y tal, regresamos a casa a continuar la fiesta en calentito. Aquí ya el frío aprieta. Por suerte mi padre me ha enviado mi ropa de invierno, y ya de paso, unas MARITOÑIS. Un genial momento vernos merendar Maritoñis con todos los niños de la asociación. Faltaba la Puleva.

Con Gothier y Jonhatan me siento tan unido que me dan igual sus mierdas. Por ejemplo, para que os hagáis una idea. Gothier no se despierta si no se pone  7 alarmas. No exagero. Un día llegó a 9 y tuvimos que despertarlo. Imaginad eso por la mañana. Yo, que con nada abro los ojos y no tengo la necesidad de madrugar porque trabajo por la tarde. Lo he llegado a odiar. Pero ahora es como que lo voy a echar en falta cuando no me torture de esa forma. Quizás porque sepa que no estará y eso me da mucho miedo en estos momentos. Ellos acaban en Enero el voluntariado.

Con Sophia y Lydia, la cosa marcha mejor. Ya no las veo capaz de cometer un asesinato. Sino todo lo contrario. Que vivo con princesas Disneys. Copian todo ese tipo de acciones de felicidad absoluta. Nos han obligado a hacer un mocho para comprar un bizcocho (Panettone) para regalárselo a los vecinos porque claro, somos nuevos en el vecindario. Pues mira, no me va esos paripes. Ni a los demás. Quizás el problema sea nuestro por ser muy tiraos de la vida. También han propuesto que nos compremos postales navideñas, y ya no sé si para dárnoslas entre nosotros, o mandarla a la casa de los otros voluntarios de Pésaro. No la he entendido muy bien. Pero ambos casos, paso. Lydia, la eslovaca (a la que siempre le digo que su país es un pollo corriendo debido al post que alguien puso aquí), es solo apariencia. Algunas veces suelto algunas de las mías. En plan... humor granaino con su toquecillo de malafollá, y ella se mea. Pero lo intenta ocultarlo porque claro, no es bueno reírse por ser algo incorrecto, malo, no sé, no recuerdo. Seguramente algo vulgar si se trata de mi.
(Si al final me hago de querer)
Y esto tiene final feliz. El vecino pasó de nosotros y nos volvimos con el bizcocho a casa. Cosa que agradecí hasta descubrir que no tenía pepitas de chocolate, sino jodidas pasas. Sophie, si lees esto, ¿por qué con pasas?

Nos vemos.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Dónde encajar, no cómo.

9:41 0 Comments
Una de las calles de Bari, sur de Italia.

"Creo que estás viviendo de pleno esta experiencia y te admiro. Aprendo de ti." Esas fueron las palabras de mi compañero Gogo. Entre otras cosas más, realmente me dejó sin habla, emocionado sin querer estarlo y muy nervioso.

Y es que estoy en una situación extraña en la casa, para ser más exacto, en el medio. Quiero decir, no soy nuevo, pero tampoco el que más tiempo lleva. Quedo en un limbo donde me acompaña Oceane, la chica que vino a mi vez. Con ella es muy complicado comunicarse. No habla nada de inglés, ni italiano, sólo en Francés, y claro, aquí nadie  sabe sino se es francés, como Gotier (Gogo), cansado de servir como traductor.

A veces pienso que la gente es muy injusta con ella. De esto que cuando ibas al extranjero con el instituto y veías a varios de tus compañeros colar la palabra "puta" entre el inglés que le decían a la camarera. Buscaban echarse unas risas sintiéndose superiores pisando a una persona, ¿me pilláis, no? Pues me hace sentir fatal porque sé que a ella le duele. Normal. Se piensa que todos somos así y se aísla. De mi desconfía y quizás ella tenga sus motivos, pero son totalmente confusos porque es la persona con la que más empatía tengo. A pesar de que la primera discusión que se ha vivido en Santa Veneranda (nuestra casa) ha sido entre ella y yo. Nada fuera de lo normal y que no se llegará con unas disculpas en cinco minutos. Esto creo que muestra que existe como una unión entre nosotros.

En cambio a mi, me veo en el grupo sin estarlo. Como el que se queda interrumpiendo la puerta de un ascensor sin saber quién de dentro quiere que pases de una vez y quién sólo quiere que te salgas para llegar a la fiesta del 3º, sin importarle si estás o no con ellos. Es duro. La pieza de un puzzle que no acaba de encontrar dónde encajar, y no cómo. Pero que sabe que ese es su puzzle. En el caso contrario veo a mucha gente que pretende ser un trozo de plastilina encajada en un puzzle, pero que sabe que no es su sitio.

Quizás esto se deba a cómo estoy viviendo la llegada de la última voluntaria a casa tras haber perdido a Lea y Naira. ¡Sí, he vivido ya dos despedidas! Muy tristes. En un mes se hicieron mis mayores confidentes. Y ahora que lo estaba consiguiendo con Gogo y Jonathan, siento que Sophie ha destruido lo que tenía construido. Antes de que ella llegase a casa, hacía días que había viajado a Bari con amigos de Graná. '¡YUHUU! MIS AMIGOS DE SIEMPRE CONMIGO EN ITALIA". Vale, estuvo bien, pero eché de menos a mis compañeros de piso del voluntariado. Cuando regresé nos saludamos como si llevase un mes fuera. Hemos llegado a ese punto de sentirnos como en familia. En cambio, justo ahora, de una semana a otra, no creo que fuese así. A pesar de que justo ayer Gotier y Jonathan me dijeron que se alegraban de tenerme en su experiencia, que me habían cogido cariño en tan poco tiempo, y que tal... Se lo agradezco y me siento muy afortunado por eso. Pero aún veo un distanciamiento con ellos, que son como hermanos, y es normal que tengan sus propios planes porque llevan más tiempo juntos, pero aún siendo consciente de ello me siento al margen.
Mi aportación a la Magic Room
En general me alegro de estar viviendo TODO. Sea bueno o malo, pero no me quiero dejar atrás nada por sentir. Incluso en Totem, donde trabajo, los niños y niñas me van enseñando muchas cosas. Sara, una de las chicas con discapacidad mental, está dando un avance muy grande. De ser una niña que se alejaba de todos, que no lograba conectar con alguien en especial y evitaba cualquier contacto, se acerca a mi, y para sorpresa de Meri (la educadora) y Francesca (la madre de Sara), me abraza. Creo que por este lado estoy muy feliz. Está existiendo un cambio en la asociación donde si siento ser útil.
El cartel del Taller que impartiré sobre Derechos Humanos.
Luego está el caso de dos adolescentes que no viven su sexualidad abiertamente. Vamos, lo que no es nada nuevo para nosotros; homofobia interiorizada. Para quienes seáis nuevos en esto, se trata de los estereotipos y prejuicios negativos que tenemos impartidos de nuestra cultura por la gente LGTBI+ y se niega a aceptar que quizás ellos pertenezcan a la comunidad. Ahora que saben que soy gay, se acercan a mi para preguntarme. Tienen interés y noto que ambos se sienten más cómodos para abrirse, cosa que entre ellos mismos o Aurora, una de sus mejores amigas, no han hecho. Me gustaría que fuesen ellos quienes abran las puertas de su armario, yo no lo haré.Pero si puedo guiarlos y hacerles ver que cada uno es como es, y que no deben dejarse atar. Vivir plenamente es lo mejor que nos puede pasar. Veremos a ver cómo se va desarrollando todo.

Hoy me he enrollado más de lo normal pero era necesario. No siempre va a ser todo una guía turística de mis viajes y comidas. Creo que lo importante es esto. Al fin y al cabo cualquiera puede viajar y ver lugares, pero no sentir lo que en una experiencia EVS se siente. Así que aporto un granito de arena para que se vayan haciendo una idea. Describirlo a la perfección es imposible. No existen palabras.

Nos vemos...

sábado, 27 de octubre de 2018

1/12 A TODA VELOCIDAD

12:07 0 Comments

Que si semana de bienvenida de EVS por aquí, que si encuentro de voluntarios de la asociación de toda Francia por allá, por qué no visitar Poitiers... vamos a hacer couchsurfing y así conocemos a más gente... y el primer mes se va a acabando.


Carretera y manta.
Este es el recorrido que he hecho desde que salí de Barcelona (de casa salí unos cuantos días antes) hasta hoy. Habría que señalar los retrasos y trenes cancelados a causa de las inundaciones en Carcasona... Pero bueno, aunque más tarde de lo previsto, siempre llegamos a nuestro destino, y eso es lo importante.







   Así pues, con las dos imágenes anteriores como guía y alguna que otra más que incluiré a continuación para presentar a los personajes de esta historia , doy comienzo a mi primera entrada del blog.


  Estoy en Tours, una ciudad de la región Centre Valle de la Loire. Es una ciudad de unos 160 000 habitantes, con dos ríos: el Loira y el Cher, un centro histórico muy cuqui, casas de estilo tradicional, universidades y mucho ambiente. Estoy contenta.

Pont Napoleón

  Nuestro piso y nuestra asociación están a 20 minutos andando del centro, en un barrio que se llama Sanitas. No tiene muy buena fama pero a mí me gusta. Siempre he vivido en la periferia y me encuentro a gusto. Además, tenemos unas bicis muy molonas que estaban en el trastero del piso y que hemos podido arreglar. Así que, en un periquete nos plantamos donde sea. A la aso vamos andado porque está al ladito.

Mi bici es la verde. Y ella es Chloe, una de mis compis de piso.
Además de Chloe (EVS), en el piso también viven Christopher y Nango (Service Civique). Así pues, estamos una inglesa, un alemán, un afgano y yo. De edades entre los 19 y 26 (soy la más mayor, sí). Hay buen ambiente y ya hemos vivido situaciones curiosas y divertidas. Cada uno viene de su padre y de su madre, con sus costumbres, sus manías y sus rarezas; y cuando vives con otras personas, no siempre nos parece lógica la forma de actuar del resto. Aún así, todos nuestras diferencias siempre nos han llevado a conversaciones muy muy graciosas que me gustaría poder haber grabado para seguir riéndome.


El piso es muy amplio, un salón con terraza (y plantas), una cocina, cuatro habitaciones, un cuarto de baño y el WC separado, como es típico en Francia. La decoración de esta pieza ha sido cuidadosamente elaborada a lo largo de los años. Hay reliquias que datan del 2008. En las paredes laterales, se han hallado toda una serie de apuntes de francés traducidos al alemán, eslovaco e inglés.

Quiero señalar el extraordinario hecho de contar con todo tipo de utensilios de cocina. No sé a quién hemos de agradecérselo. Imagino que cada voluntario habrá hecho su aportación... pero el caso es que ni mi madre tiene tantos cachivaches. ¡Tenemos hasta una máquina para hacer Raclette!







Les Compagnons Bâtisseurs es mi asociación de acogida. Surgió después de la Primera Guerra Mundial y ha evolucionado mucho en todo este tiempo. Es grande, está presente en muchas ciudades de Francia. Nuestro objetivo es realizar obras de rehabilitación acompañada con un fondo social. Trabajamos con propietarios o inquilinos y les enseñamos y ayudamos a hacer mejoras varias: electricidad, fontanería, pintura... Los voluntarios siempre trabajamos con un "animateur technique" y podemos ir rotando entre distintas obras. Por el momento, yo ya he hecho la instalación de los puntos de luz y los conmutadores de un pasillo, he abierto los huecos para los sistemas de ventilación de las zonas húmedas de una casa, he preparado los muros de una vivienda para recibir la pintura y he participado en dos "ateliers du quartier". Cuando termine el año voy a ser más manitas que mi padre. Es un trabajo muy práctico y satisfactorio.

 

 Estas fotos son de una parte abandonada de una vivienda en la que trabajamos. Ese día me gustó especialmente porque el coordinador con el que fui sabe mucho de arquitectura tradicional y sostenible y me estuvo explicando un montón de cosas sobre los materiales y la forma de construir.

Aprovechando el fin de semana y con la excusa de una clase gratuita de Danza Africana, convencí a Chloe para ir a Poitiers. Encontramos en couchsurfing a María, una mujer que ha recorrido y sigue recorriendo el mundo, y nos alojamos una noche con ella en Quinçay, un pueblito al lado de Poitiers. Ella también hace woofing y otras plataformas y coincidimos con un chico de Corea del Sur y una chica de Galicia. Tenían todo un programa para nosotras y fue un finde estupendo. Visitamos un taller de un señor que hace acordeones y que tocó para nosotros. Su hijo nos enseñó un montón de instrumentos raros de diferentes partes del mundo. Después, fuimos a casa de una vecina que nos invitó a cerveza en un jardín con luces de colores. Cenamos macarrones con la chimenea encendida y escuchamos música hasta quedarnos dormidos. Al día siguiente visitamos la casa de la foto. Hecha por los propietarios (de profesión carpintero) y pensada para aprovechar al máximo la energía solar. Me gustaría volver y hacer muchas más preguntas. Después, al mediodía, hicimos autostop (mi primera vez en Francia) y volvimos a Poitiers para nuestra clase de baile. Todo el mundo tiene que probar la Danza Africana, en serio. Si tenéis la oportunidad, no dudéis.

Casa construida en madera.

Iglesia de Notre Dame la Grande


El lunes salimos bien temprano hacia la semana de bienvenida de EVS. Teníamos dos escalas y en Burdeos nos comunicaron que todas las conexiones entre Carcasona y Narbona estaban cerradas. Finalmente, pudimos llegar hasta Toulouse y después atravesar la ciudad andando para coger un blablacar desde las afueras hasta Narbona. Llegamos 4 horas más tarde de lo previsto. Aún así, en comparación con lo que vivieron otros voluntarios, lo hicimos bastante bien. 

Durante los cinco días, los tres coordinadores organizaron diversas actividades en horario de mañana y tarde para presentarnos de forma pormenorizada el programa Erasmus + y el Servicio de Voluntariado Europeo, resolver todas nuestras dudas sobre el seguro médico, el dinero de bolsillo, nuestros derechos y deberes... También desarrollaron diferentes dinámicas para hacernos conscientes de las diferentes etapas emocionales y conflictos culturales que podemos vivir a lo largo del año. Hubo una actividad que me pareció muy inteligente y que consistía en imaginar un casino. Os dejo al final del todo un resumen al respecto. 


Grupo de voluntarios EVS en Narbonne.
 En el grupo conté 17 nacionalidades diferentes. Conocí a gente muy interesante con la que espero poder volver a quedar a lo largo del año. Otro de los objetivos de estos encuentros es fomentar el contacto entre voluntarios y facilitar formas de viajar barato. Abajo tenemos a nuestros primeros visitantes: Maxim y Helen, que hizo la foto.  Ambos encantadores, derrochan energía y optimismo. En poco tiempo pudimos intercambiar opiniones sobre un montón de temas diferentes. Me dejaron una buena lista de películas, si la queréis decidme.

De izquierda a derecha: Michael, Chloe, yo y Maxim.

¡Gracias por venir! 


Juego: El Casino. Había cinco mesas para jugar a las cartas. Cada mesa tenía las reglas impresas en francés e inglés para que pudiésemos leerlas, pero en cuanto empezamos a jugar las recogieron y establecieron como norma que no podíamos hablar para nada. Después de cada ronda, los ganadores, los perdedores, los más jóvenes, los más altos... (según criterio de los monitores) de cada mesa, cambiaban de mesa y empezaban a jugar en otro grupo. El desconcierto empezó con el primer cambio. Resulta que en cada mesa había establecidas unas normas diferentes y cuando alguien llegaba a una mesa nueva no entendía nada. El as que antes era la carta más baja ahora era la más alta, se repartían 6 cartas en lugar de 8, etc. A cada uno le llevo más o menos tiempo darse cuenta de lo que sucedía y el sentirse "engañado" o, por lo menos, desorientado y no lograr comprender produjo sentimientos poco agradables. La idea final era incitarnos a reflexionar las veces que podemos sentir algo similar al sumergirnos en una cultura diferente. 

A LA TERCERA VA LA VENCIDA, EL ARTE DE LO GRATUITO Y ZAJČEK ZAJČEK

11:54 0 Comments

Pues aquí siguen mis aventuras por Eslovenia, en este pequeño país de dos millones de personas, que por cierto y agarraos bien, tiene como unos 48 dialectos diferentes. Así que mis humildes intentos de aprender su idioma no parecen muy fructíferos cuando pienso que ni siquiera puedo hablar con los dos milloncitos de este país pollo (esta es una referencia de mi anterior post). Aún así, me encanta lo sensual que suena todo en esloveno, y esto es todo bagaje muy útil que uno va adquiriendo, y que es inmensamente necesario en una situación de vida o muerte cuando tienes que seducir a tus raptores. Así pues, la solución es la eslovensualización. Y no solo he aprendido algo de este idioma (y mejorado mis dotes de atracción), sino también un poco de alemán gracias a mis compañeros (lo más importante para moverse por Alemania): pupsen, rülpsen, ficken y essen (peer, eructar, follar y comer).

Y hablando de comer, últimamente no paramos de hacerlo gratis. Bien sea porque alguien nos lo ofrece en la calle, como nos pasó con una mujer cristiana que invitaba a la gente a que asistiese al día siguiente a una comida con su grupo (y que por supuesto aceptamos), o porque en nuestro centro, Kotlovnica, hacen algún evento en el que se prepara una mesa con comida. Una de estas veces fue especialmente divertida. Teníamos un evento político al que no habíamos podido asistir porque estábamos ayudando en otros asuntos, pero nos llegaron noticias de la comida y estuvimos hablando con algunos de nuestros conocidos a la salida del centro para conseguir más detalles acerca de la misma y ver si valía la pena tratar de entrar y abusar un poco. Por suerte, nos invitaron a comer de la mesa, y para no parecer tan interesados opusimos algo de resistencia del tipo “oh, no, no es necesario”, “¿seguro?”. Intentamos no pasarnos demasiado, y más o menos puedo decir que lo manejamos dignamente. Es más, nos salió tan bien la jugada que nos dejaron llevarnos las sobras y lo estuvimos compartiendo con gente que había fuera.

   

Esta bandeja de galletas es después del acto político en Kotlovnica

Esta de ayer, tras la presentación de una exposición.

Sin embargo, de todas estas historias de comer por la cara, mi favorita es la siguiente. Digamos que cerca de nuestra casa hay un manzano bastante desaprovechado porque sus dueños no parecen recoger las manzanas, y son tan grandes y sabrosas, que por supuesto, sería una pena dejar que se desaprovechasen. El día que estuvimos comiendo con la mujer cristiana, nos dio la receta de la maravillosa tarta de manzana que comimos ahí, y de la que por cierto repetí, así que pensamos que podríamos reproducirla y compartir el resultado con la gente de nuestro centro juvenil. Así, decidimos emprender una loca y salvaje incursión de rescate manzanero a las dos de la mañana después de ver una película sobre robos, y totalmente vestidos de negro. Es más, teníamos hasta otros nombres y nacionalidades pensados por si teníamos problemas durante nuestra aventura: Piotr, Urshka y Marushka. Mientras andábamos por la carretera, estuvimos ultimando detalles y atándonos bien los cordones de las zapatillas por si fuese necesario correr. Al acercarnos al manzano, el perro del vecino empezó a ladrar muy fuerte y durante mucho rato, por lo que seguimos caminando dejando atrás el manzano con gran frustración. Estuvimos un rato pensando qué hacer, si volver por esa carretera e intentarlo de nuevo o cambiar y volver a casa por otra distinta. Finalmente, y al ver que en la casa del dueño del manzano había luz, decidimos volver por otra carretera. Sorprendentemente, el perro volvió a ladrar, y eso que estábamos bastante lejos de la zona, por lo que nuestros futuros intentos parecían inciertos.

Al día siguiente, y con la luz del sol, decidimos volver a probar. Esta vez no ladró el perro. Sin embargo, el propio dueño estaba recogiendo manzanas de otro de sus árboles, por lo que cualquier intento era inútil, y no sabíamos que pasaría con nuestro manzano. Durante los siguientes días no hicimos nada, pero estaba llegando el final de la semana y el lunes yo me iba a un entrenamiento durante cinco días, por lo que puede que a mi vuelta fuese tarde. El domingo estuvo lloviendo bastante durante la mañana. Cuando paró, hablé con mis compañeros: era de día así que probablemente el perro no ladrase, y al haber estado lloviendo hasta hace poco, el dueño no estaría fuera. Decidimos salir de nuevo: las manzanas seguían ahí y nadie las custodiaba. Nos lanzamos a recoger las que pudiésemos. El perro empezó a ladrar pero seguimos recolectando un poco más y salimos de ahí. Cogimos 29 en total, pero casi ni se notaba en ese tremendo manzano. Esto ocurrió hacia las cuatro y media y a las seis teníamos que estar en el centro. Fuimos rápido a casa y empezamos a preparar todos los elementos para hacer la tarta. He de decir que la clavamos. La terminamos a tiempo y estaba terriblemente buena.

Triunfales con nuestra apple pie

Pero no todo ha sido comer durante este tiempo. También hemos estado ayudando en el centro con alguna performance que tenían, hemos viajado a Bled, ido de fiesta de halloween a Medvode… Pero para finalizar este post voy a hablar un poco de mi experiencia durante esta última semana (en la que he también hubo comida gratis, por cierto).

Bled

Bled

Mis compañeros de piso y yo en Medvode disfrazados de fantasma, monje y trabajador zombie.

Mis compañeros haciendo un fuego para una performance en Katzenberg, y un cacho de cara de mi compi de piso intentando fastidiar la foto.

Cuando eres un EVS tienes que realizar un entrenamiento a la llegada, que se llama on arrival training, al que he hecho mención con anterioridad. Este entrenamiento dura cinco días y se realiza en un hotel en alguna zona del país de acogida, en mi caso Eslovenia. El mío se hizo en Debeli Rtič, en la costa. En total éramos 25 voluntarios de diversos países: Italia, Finlandia, Turquía, Francia, Bosnia, Croacia, Bulgaria, Serbia, Polonia, Letonia, Alemania, Portugal… Cuando te juntas con gente tan diversa, también te juntas con opiniones, modos de ser y de vivir diferentes. Por eso, creo que la forma en la que se abordaron las sesiones durante estos días no pudo ser más acertada. Se trabajaba bajo un marco de aprendizaje no formal, en el que se creó un verdadero espacio de intercambio de ideas donde la gente podía expresar si quería o no hacer las actividades propuestas y buscar su propio espacio, lo que me pareció muy importante. Hubo una ocasión en la que se nos presentó la oportunidad de realizar actividades con un grupo de chavales que estaban en un programa de pérdida de peso. Disfrutamos mucho planeando las actividades, probándolas para ver si podían funcionar y ejecutándolas. Y los niños también lo disfrutaron. Es más, hasta eslovenizamos una dinámica llamada “Bunny bunny” a “Zajček zajček”. Sin embargo, no todos los voluntarios quisieron dedicar su tiempo a esta actividad, y esto también es lo bueno de cómo fueron enfocados estos días: algunos pasaron la tarde en la playa, otros solos, otros realizando otros proyectos… Sea como sea, creo que todos disfrutamos con las elecciones que hicimos, ya que existía la libertad de hacerlas (cosa imposible en ámbitos más institucionalizados como en la universidad). Creo que esto fue algo que me llamó mucho la atención y que me pareció muy positivo, porque a partir de este reconocimiento de cada persona, hubo un fantástico espacio de trabajo donde finalmente éramos nosotros los que estructurábamos los temas y actividades que íbamos a hacer al día siguiente, como recibir información sobre las responsabilidades y derechos del voluntario, del Cuerpo Europeo de Solidaridad, realizar actividades juntos como deporte, ejercicios teatrales de improvisación, etc.

No solo la dinámica de esos días fue buena, también lo fue la gente que había ahí: personas con grandes ideas y proyectos que no solo hablan sino que hacen, gente que accidentalmente y sin ninguna preparación sube la montaña más alta de toda Eslovenia, músicos y artistas, locos que conocen las películas más raras que existen, niños curiosos encerrados en cuerpos de adultos, inconformistas que dejan un trabajo que no les satisface y se lanzan a la aventura… 

Creo que ser EVS es algo especial. Desde luego no es necesario para tener grandes experiencias o ser una gran persona, pero la gente que te encuentras, o al menos que yo me encuentro, parece tener algo mágico que les hace lanzarse a esta aventura loca y sin frenos que es ser Voluntario.


Foto de despedida del on arrival training

Comiendo caquis gratis

Tomando vino Refošk gratis.

Comiendo caquis, pizza, bollería y mandarinas gratis.

Con una botella de vino que nos regaló la señora de la foto.

Nosotros, posando estupendos, mientras descansamos de tanta gratuidad.