Bueno, pues de vuelta en
Kaposvár. Con algún kilo de más y una barba de menos (hasta que me vuelva a
crecer de aquí a dos semanas), pero de vuelta al fin y al cabo. El pobre Oliver
estaba muerto de aburrimiento después de dos semanas sin ver a nadie. Además,
con el poco caso que le hice en los últimos posts, parece que aún me guarda
algo de rencor.
La colección crece. Mis recuerdos del 2017
Las navidades las pasé bien,
viendo a familia y amigos, al menos hasta que me puse enfermo. Parece que la
epidemia es generalizada, por mi casa cayeron unos cuantos, y cuando llegué a
la oficina me enteré de que otro medio Compass había estado enfermo: Daria con
anginas, Yedigul y Murat acatarrados también, Raigo aún recuperándose de su
operación (lo que no ha quitado para que fuese a Estonia por Navidad y ya esté
de vuelta, alive and kicking). Pero bueno, pese a los cinco días en cama, a
base de pescaíto frito, cervezas con los amigos y ratos con mi familia en la
mesa camilla se pasaron todos los males. También ayudó el ordenador nuevo desde
el que os escribo y la musiquita que me he comprado después de varios
meses detrás de ella 😊
Aquí mis Navidades, camino de un cartoncito de choco frito con la familia
Y aquí las de Oliver. Creo que entiendo por qué no me dirige la palabra
La vuelta a Kaposvár se hizo
complicada, más de lo que esperaba. Recordaba peligrosamente a la vuelta a la
universidad tras las navidades de mis primeros años de carrera. Menos mal que
con la experiencia se desarrolla la inteligencia emocional, y decidí pasar el
primer fin de semana en Budapest con Matteo para aclimatarme de nuevo al köszönöm, szia y bocsánat. Y después de un par de sesiones de Age of Empires e
Imperium, pues bueno, ya se hizo todo un poquito más fácil. Así y todo,
últimamente bromeo que después de este EVS en Compass ya me podría dedicar a
ser bróker en Wall Street, no creo que el nivel de estrés, caos y aglomeración
sea muy diferente.
El resto ha sido recuperar ritmo,
volver a los institutos, a mis partidas de ajedrez con Étienne durante la hora
del almuerzo, las clases de salsa, mis estudios de húngaro, y demases. También he
tenido un ratito para pasarme por la bolera y hacer una rutita de senderismo
(con un frío que pelaba, pero al menos, sin nieve), empezar a ver algo de
carnavales del Falla y ver un anime que me recomendó mi hermano. Y en breve
espero poder volver a correr y comenzar a dar un curso de Sevillanas por aquí.
En la bolera, haciendo un poquito de Teambuilding con los compañeros turcos
Por lo demás, poco más os puedo
contar, los grandes momentos aún están por llegar. Con la primavera vendrán
algunas personas a visitarme, y espero también tener tiempo para hacer algún
viajecito por alguno de los países vecinos. Eso sí que será una aventura, ¿no
creeis?
Y por aquí lo dejo hasta dentro
de un par de semanas 😉
Almuerzo con Étienne, apertura italiana. Estoy esperando a ver si me como también algún alfil para complementar el tupper de bulgur y ciruelas que hay fuera de pantalla. De todas formas al ritmo que juega el colega, harán falta tres días hasta que caiga.
Durante estas vacaciones he
tenido tiempo para pensar en muchas cosas, pero creo que me quedo con los
ratitos que he podido pasar con muchos de vosotros y comprobar que aunque cada
vez salgo más veces de casa, seguís ahí cubriéndome la retaguardia. Sois mi
ancla a la realidad, no cambiéis nunca.
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