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martes, 19 de diciembre de 2017

Vísperas de Navidad

Vísperas de Navidad:

Hola a todos otra vez. Parece que antes lo digo, antes ocurre, yo intentando ser disciplinado con mis publicaciones, y de golpe ha pasado un mes desde la última. Y esta vez no se lo puedo achacar a problemas informáticos. Aunque también es cierto que ha sido, como dijera Ginés de Pasamonte, imposible de toda imposibilidad cumplirlo.

Todo empezó cuando a nuestro compañero Raigo le dio un ictus (aún no me ha quedado claro si fue exactamente un ictus o algo que se le parece), tras lo cual lo acabaron trasladando urgentemente a Pécs para operarle. Gracias a Dios, está bien y de vuelta en Kaposvár (en el hospital, eso sí, aunque ha estado entrando y saliendo unas cuantas veces) y con ganas de volver a Estonia por vacaciones.

Por si eso no fuera suficiente, hace unas semanas nos llegaron 12 nuevos voluntarios turcos, con lo que ya somos 31 en total. Y aunque la mayoría se vuelve a Turquía a principios de febrero, resulta complicado meternos toda la treintena larga que somos en la oficina y conseguir trabajar en algo; mucho más escribir.

Además, con esto de que llega la Navidad, hemos tenido entre tres y cuatro eventos especiales todas las semanas, fines de semana incluidos, con lo que psicológicamente estamos todo el mundo agotados. Cada ratito libre que conseguía encontrar entre tanto maremagnum, como podréis imaginar, se lo he dedicado a la solemne contemplación del vuelo de las moscas y la noble tarea de la catatonia hierática.

Así que el mes ha pasado un poco como torbellino de imagenes:

Estar en Pécs un día que me había pedido libre para irme a escuchar algo de jazz con Philip una noche y visitar a Raigo, recién trasladado a planta.

Sentirme desbordado entre una multitud de madres y padres que protestaban y me zarandeaban cuando intentaba tomar unas fotos en uno de los eventos (despues de eso tuve que meterme media hora en el coche de una de mis coordinadoras a que se me pasase el bloqueo mental).

Bailar sevillanas con Sara en la tarde española que estuvimos celebrando hace unos días.


Sara y yo, posando para los medios.


Aquí dando una clase de sevillanas a nuestros visitantes


Y nuestras bizarras huestes. A la diestra, las fuerzas expedicionarias de la Mancha y Cantimpalos; en vanguardia los pendones, flanqueados por el tercio viejo de Villanueva de la Serena con sus picas al viento. Le siguen las reservas de artillería, con coloridas granadas para grabar nuestros colores en el cielo del paladar. Y cierran la tropa los regulares de Córdoba, de camuflaje untados y con sus reservas a siniestra.

La primera nevada. Y la segunda y la tercera (Nieve, que relinda la nieve. Pareciera que Dios nos quisiera regalar una estampa de paz y pureza entre ese maravilloso polvo blanco. Que dicha la del silencio que cubre los tejados entre tanta nieve. Desde la ventana, a lo lejos, se ve aparecer un ciervo entre los árboles. Que animal lindo, el ciervo. Con su imponente cornamenta coronando esa cabeza majestuosa. Se gira, me ha visto. Alza un momento la cabeza y brama. Que solemne sonido. Ahora se voltea y se regresa al bosque, a su reino de magia. Que lindo, el invierno en Toronto, digo en Kaposvár).



La llegada de los nuevos voluntarios turcos. En ese momento eche mucho de menos a nuestro insigne Don Juan de Austria o al no menos heroico Janos Hunyadi. Pero bueno, al final uno se acostumbra a vivir con los hijos de Solimán el Magnífico.



Oleada turca, que no se enteraron que Hungría fue reconquistada hace trescientos años

La invitación de las profesoras de francés a sus cenas de Navidad.


Italianohablantes, la francofonía, y yo (infiltrado) en casa de Marianna. Siempre se agradece que te abran las puertas de una casa, me recordaba a mi tiempo en Brasil

La fiesta de Navidad en Compass.

Y un largo y confuso etcétera.

Os voy dejando ya, mañana tengo mi vuelo de vuelta a España y tengo algunas cosas que ultimar. Por lo menos, hoy en la oficina sólo estamos Niki, Sara y yo, así que se puede trabajar en silencio (aunque no haya nieve jajajaja). A algunos de vosotros os veré dentro de unos días (id preparando la bandeja de polvorones y turrones); al resto, no lloréis; seguiréis sabiendo de mis andanzas y periplos después de esta pausa navideña, si las huelgas aeroportuarias no me anclan en algún aeródromo olvidado. Hasta entonces, y para todos los que me leeis:

Feliz Navidad y próspero año nuevo
Merry Christmas and happy new year
Feliz Natal e próspero ano novo
Joyeux Noël et bonne année
Boldog  Karácsonyt és új évet
Buon Natale e felice anno nuovo
メリークリスマス。良いお年を。
(Y sí, me estoy tirando el pegote, no hablo las siete lenguas. Sólo tres y dos más en camino).


Hace algunas semanas, hablando con Kübra, una de las nuevas voluntarias turcas, sobre nuestra común afición por el manga y Studio Ghibli, va y me pregunta que si conozco la canción Hijo de la Luna, de Mecano. Señorita –pensé-, ya contaba con mi curiosidad, ahora cuenta con mi atención ( No todas las reflexiones de fin de post tienen que ser metafísicas y existenciales jajajajaja).

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