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miércoles, 15 de noviembre de 2017

Continuamos para bingo

Martes, 15 de noviembre (Semana 10):

Hola de nuevo desde tierras magyar. Parece que fue hace nada cuando os estaba escribiendo el Ășltimo post. Estoy intentando escribir las cosas en un cuaderno antes de pasarlo a alguno de los ordenadores que voy mendigando por la oficina o por casa.

Malo: Tengo que planear todo con antelaciĂłn, asĂ­ que tengo que estar siempre muy pendiente.
Bueno: Tengo que planear todo con antelaciĂłn, asĂ­ que mejoro mi organizaciĂłn sĂ­ o sĂ­.

Como podéis ver, lo mismo que viene bien para unas cosas viene mal para otras. Lo que es seguro es que utilizo menos pantalla, y la verdad que a la larga se agradece.

Estas semanas me estĂĄ tocando Kaposvar un dĂ­a sĂ­ y otro tambiĂ©n. Estoy con la agenda de un ministro entre las visitas a institutos y mis intercambios de idioma hĂșngaro-español y francĂ©s-español.

A mis alumnos de instituto los tengo fritos. Desde que me he aprendido sus nombres ya no se pueden esconder de mĂ­ en el anonimato de la masa (muajajajaja), asi que a poco que se ponen  revoltosos les pregunto algo y se callan rĂĄpido, rĂĄpido. Y tambiĂ©n aprenden y se divierten, que no soy un ogro (solo un poquito trasgo con un algo de troll y un mucho de elfo del Bosque Verde. Los frikis dominaremos el mundo).

Con los crĂ­os del hogar de madres nos dedicamos a jugar, asĂ­ que con ellos me paso mĂĄs tiempo corriendo y pegando gritos que otra cosa. La verdad que para un viernes por la tarde, me parece un plan fantĂĄstico J Los niños se divierten , y de paso olvidan por quĂ© estĂĄn allĂ­.

De todas formas, a pesar de mi apretadísimo horario, el såbado Oliver y yo conseguimos escaparnos a Pécs, la ciudad de la que os hablaba hace algunas semanas. Fuimos con Etienne, y también Thomas y Caroline, las nuevas adquisiciones de la Bretaña francesa. Estuvimos haciendo un poco de senderismo hasta la torre de televisión de la ciudad, el edificio mas alto de Hungría.


AquĂ­ Oliver y yo haciendo inspecciĂłn “de visu” de una via ferroviaria que nos encontramos en nuestro ascenso. Traviesa de madera, ancho no normalizado, y fijaciĂłn rĂ­gida de tipo escarpia. Escarpia, señores,que desfachatez.


Estrenando mis bastones de marcha nórdica. Sí, al final también caí en la moda.

Después por la tarde había quedado con Philip, el voluntario austríaco que conocí en mi Arrival Training en Budapest. Y por aquello de que era su cumpleaños me quedé con él a pasar la noche.


Cenando con Philip y otros amigos en Casa Manolo, versiĂłn hĂșngara.


Y aquĂ­ la cenita que compartimos Oliver, Philip y yo. Y yo que me habĂ­a propuesto adelgazar.

Al final terminamos a las 4:30 de la mañana (creo). Al salir de la discoteca ya me habĂ­a convertido en la versiĂłn “The Walking Ălvaro” de mĂ­ mismo; pero bueno, el cumpleaños de un amigo bien vale una noche de insomnio.


20 minutos para llenar (y no del todo) el colchoncito. Y para cuando llegamos a la noche, se habĂ­a desinflado. Al final dormĂ­ en el suelo.

Y con la rutina, la bajada de las temperaturas, y el anochecer a las 16:30, se viene el tiempo de las reflexiones.

La primera reflexiĂłn es que cuando saque tiempo voy a hacer, como decĂ­an mis amigos brasileños, un marmitĂŁo de olleta alicantina o unas migas con huevo, chorizo y naranja que van a poner a cero la entropĂ­a del universo (ya tengo a media plantilla de Compass haciendo el “sit, plas, la patita” por mi vichysoisse). Y como encima pille una mesa camilla o chimenea y un buen libro o pelĂ­cula, voy a estar hibernando hasta que España vuelva a ganar EurovisiĂłn.

La segunda, menos apetitosa pero igualmente sugerente, es lo curioso del lenguaje no verbal. Todos los miércoles voy con Daria a clases de salsa y allí el inglés brilla por su ausencia, asi que en general aprendemos por imitación. De hecho a veces incluso aprendemos vocabulario nuevo. Lo que me llama la atención es como se pueden aprender conceptos complejos como un movimiento, un ritmo o incluso una broma, solo con gestos y un puñado de palabras. Lo de comunicarse es querer, no poder.
Con ese pensamiento cierro el post. Por ahora.

El momento que he querido recordar estos dĂ­as es de hace un par de noches. Poco antes de acostarme, ya despuĂ©s de cenar, estaba sentado a la mesa del salĂłn, estudiando hĂșngaro creo. Manon ya se habĂ­a acostado y Enrico me parece que estaba fuera, asi que solo quedĂĄbamos Murat y yo en activo. Y en esto que el muchacho, que aun tiene algunos problemas con el inglĂ©s, se acerca a mĂ­ y me da una mandarina, ya pelada, y me dice, “Para ti”.

Me quedé un tanto confuso por el gesto, le di las gracias, y me la comí pensando lo poco que cuestan los pequeños gestos y lo mucho que valen.

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