Lunes, 25 de septiembre de 2017
Y ya van tres semanas. Poquito a poco vamos aprendiendo un poquito
más del idioma (muy poquito a poco) e intentando integrarnos en la
sociedad local.
Estos días hemos estado trabajando casi todo el tiempo en oficina
y visitando colegios e institutos. Sí, ese sitio al que me juré no
volver jajajajaja. Aunque al final ha sido hasta divertido. La semana
pasada fuimos a uno en el que las clases de español aún no habían
empezado, así que no sé como, al final acabé yendo a la de francés
con Etienne (otro de los compañeros franceses) y practicando
francés. Esperpéntico. Muy divertido, pero totalmente surrealista.
En cualquier caso no me vino mal y me lo volveré a plantear para el
futuro :)
Hoy sin embargo he estado en las clases de inglés con distintos
grupos, y en la que mejor me lo he pasado, como no podía ser de otra
forma, ha sido en la de los niños de 10 años. Greta (esta vez,
italiana) y yo hemos salido de la clase firmando autógrafos,
literalmente. Y tengo en mi cuaderno tres hojas con dibujos que me
han hecho algunas de las niñas. ¿Por qué no podrá ser todo tan
fácil cómo con los críos?
En la oficina mi trabajo no es ni de lejos tan entretenido; me toca
llevar la agenda, junto a Etienne, para todo el grupo. Estamos
utilizando una aplicación para gestión de equipos, así que ahora
toca convencer a todo el grupo para que aprenda a utilizarla y la
cosa vaya más fluida. De momento el éxito es escaso. Seguiremos
intentándolo.
También hemos ido a una casa de acogida para madres con sus hijos.
La mayoría son víctimas de malos tratos, aunque no es el único
caso. Algunos de nosotros acabará trabajando allí, para jugar con
los niños y entretenerlos un poco, principalmente. Es un proyecto
bastante interesante, pero no sé si estaré cualificado.
Pero bueno, no todo es trabajo. La semana pasada nos invitaron a
un gimnasio para conocer las instalaciones. La razón oficial es que
tienen una sala polivalente que podemos utilizar cuando vayamos con
los niños; pero me da a mí que el dueño, que es amigo de nuestra
jefa, Andrea (Andi), ha visto filón en la plantilla después de que algunas
de las chicas se apuntasen a zumba y a boxeo (sí, boxeo). Yo,
siguiendo en mi línea, he optado por buscarme un grupo de Salsa, y
nada, ahí estamos con el 1,2,3.5,6,7 en húngaro, por supuesto (los
que seáis de Salsa entenderéis que le pasó al 4. Y si alguno
estudia japonés también jajajaja). El profesor, extrañado de que
yo bailase sin marcar el paso a lo legionario,
me preguntó en inglés si ya sabía bailar. Y yo con gesto de
suficiencia, “por favor, caballero. Soy español, lo llevo en las
venas” (no fue exactamente así, pero bueno, licencia poética).
Yunus, Daria y yo, en clase de Salsa
También nos invitaron a un evento por el día Europeo de la
Movilidad. El plan era dejar los coches e ir hasta un lago cercano,
el Deseda, en bicicleta. Y como no había bicicletas para todos, pues
que tocaba volver a los coches. Así que unos cuantos nos rebelamos y
acabamos haciendo los 4 kilómetros al Deseda corriendo. Allí nos
hicimos de jueces en distintas pruebas de una gymkhana para los
chavales. También participamos nosotros, y sacamos el mejor tiempo,
por cierto.
Aquí, el equipo de Compass, intentando dejar alto el pabellón. En la imagen no se ve, pero estamos tirando de un todoterreno. Tardé 30 min en recuperar el aliento
¿Qué más?
¡Ah, sí! El sábado pasado fuimos a Pécs, una ciudad por aquí
cerca. Os recomiendo que echéis un vistazo en internet, es otra
ciudad maravillosa. Os dejo algunas fotos, aunque creo que no le
hacen justicia. Y además, al café cortado, le llaman “cortado”.
¿Se puede ser más perfecto? Sí, se puede. Se puede conocer dos
brasileños y empezar a hablar portugués en medio de Hungría. Un
día para recordar.
Foto de grupo en un mirador en Pécs. Estamos un poco mezclados, no todos son voluntarios. Pero bueno, siempre hay hueco para uno más.
Oliver y yo comiéndonos un kurtos kalacs en Pécs, que os dejé sin foto en el último post
Y aquí Daria y Etienne en una maqueta a escala Olivariana, variante King Kong, de la plaza principal de Pécs
Al pan pan, al vino vino. Y al cortado, cortado. Premio al que lo encuentre primero
Creo que eso es todo por ahora. Nos vemos en el próximo
espisodio.
El momento de la quincena:
Hoy, al volver de la oficina, me he parado con Manon (otra
francesa. Tenemos la embajada gala en la oficina) en una cafetería
de una de las calles principales. Me he sentado con ella a tomar algo
y me he puesto a mirar pasar la gente por la calle. Me he quedado
pesando, y después de un rato le he dicho que estoy seguro de que
aunque sólo llevo tres semanas aquí, echaré de
menos momentos como ese cuando me vaya. Aún quedan casi
10 meses para seguir dándome motivos para echar de menos Kaposvár.
Así que a trabajar en ello.